Los electrodomésticos y la maquinaria, frutos de la electricidad, revolucionaron nuestros hogares y empresas al desembarcar masivamente desde comienzos hasta un poco más de la primera mitad del siglo pasado. Desde entonces, prácticamente toda la innovación ha estado presente en relación a la informática, pero más allá de las ventajas que eso ha traído a millones de usuarios, los objetos presentes en casas y edificios públicos han cambiado poco en décadas.
Afortunadamente, el desembarco de los dispositivos conectados del Internet of Things (Internet de las Cosas en español e IoT abreviado) está cambiándolo todo y generando incrementos de comodidad y productividad en tantos niveles que pronto se podrá considerar una plataforma de innovación similar al smartphone. En otros ámbitos, la cuarta revolución industrial o la ciudad inteligente también nos harán olvidar lo que durante tiempo pareció inmutable.
¿Qué es el Internet de las Cosas?
Hay muchas maneras de nombrar al Internet de las Cosas: Internet of Things, IoT o Internet de los Objetos, más concreto que el nombre más popular. Pero, ¿cómo nace y cómo podemos definir a día de hoy Internet de las Cosas?
Hay que retroceder al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 1999 para conocer a Kevin Ashton, la persona que acuñó el término para contextualizar el trabajo que estaban realizando con identificación por radio frecuencia (RFid), una tecnología creada en los años 20 para dispositivos de tamaño pequeño que permite responder a peticiones de un dispositivo emisor. Aunque a priori sea un nombre que no resulte familiar, sus usos más populares los encontramos en la industria textil o en el popular chip de identificación de las mascotas. Aunque es una tecnología antigua, incluso a día de hoy existen propuestas para integración con soluciones basadas en RFid en el cuerpo humano.
Desde hace unos años, y como evolución de dotar de cierta conectividad sencilla a todo lo que nos rodea, Internet de las Cosas es la red o conjunto de redes cuya finalidad es interconectar objetos gracias al soporte y posibilidades que ofrece la red de redes, Internet.
A menudo se habla de Internet de las Cosas como una realidad que aún no está en manos del usuario final, pero lo cierto es que en los hogares ya existen muchos dispositivos conectados cuya popularización no para de crecer. De hecho, se considera que el Internet de las Cosas nació cuando el número de dispositivos conectados superó al de personas, algo que tuvo lugar en el momento de explosión del smartphone: 2008-2009. A partir de ahí, cualquier usuario tiene cerca hoy en día bombillas inteligentes controladas a distancia gracias a su conexión Wi-Fi, lavadoras que se programan en la aplicación del smartphone y termostatos o cámaras que avisan con cambios de temperatura y presencia.
¿Cómo la funciona la tecnología detrás del Internet de las Cosas?
Los servicios y datos M2M (máquina a máquina) potencian transmisiones de datos sencillas y de recursos reducidos entre dispositivos sin necesidad de interacción humana. Sin embargo, la escala de las comunicaciones que tienen lugar bajo M2M se producen de manera aislada. Además, sus usos son más corporativos y sus dispositivos no se basan necesariamente en una conexión a Internet. Dada la amplitud temporal de las implementaciones M2M, muchas soluciones funcionan con cable o con conexiones telefónicas tradicionales.
Frente a ello, el Internet de las Cosas ofrece un amplio rango de protocolos de comunicación que funcionan bajo conexiones IP y que, por tanto, tienen en la conexión a la gran red su punto de partida. El soporte conectado es la nube en la mayoría de casos, aportando además un gran factor computacional y de análisis, mientras que en las soluciones M2M clásicas casi todo queda en el dominio local.
El avance de un paradigma a otro no es menor: el Internet de las Cosas genera millones y millones de conexiones simultáneas, y para 2020 Gartner espera que se supere la cifra de 20.000 millones de dispositivos conectados. En el hogar, de los aproximadamente 10 dispositivos con los que contamos a día de hoy, pasaremos a entre 30 y 50 en tan solo dos años, y no es difícil ver por qué. La mejor noticia es que numerosas empresas de gran tamaño como Samsung están apostando por plataformas abiertas e interconectadas como, en su caso, SmartThings. De esta manera, todos los objetos conectados pueden hablar entre sí, sin miedo a que un producto de la marca A no funcione con otro de la marca B.
Se adquieren muchos smartphones, tabletas y ordenadores que cuentan con conexión, pero lo verdaderamente potenciador para el mercado del Internet de las Cosas son todos esos dispositivos que antes no eran inteligentes y que ahora siempre llegan equipados con conexión: relojes, televisores, despertadores, cafeteras, básculas, aspiradoras, etc. Una de las claves la aportan las interfaces inteligentes de dispositivos del Internet de las Cosas: no sólo se trata de que los electrodomésticos o gadgets de toda la vida tengan conexión para hacer lo mismo de siempre, sino para hacerlo mejor. Y ello es posible mostrando de forma eficiente y gráfica las nuevas posibilidades al usuario.
Las mejores aplicaciones del Internet de las Cosas
A lo largo del texto hemos repasado algunos de los dispositivos inteligentes que solucionan problemas en el día a día de personas y empresas. Sin embargo, la cosa va mucho más allá de simples wearables que portar en la muñeca, cuyo potencial médico y deportivo, eso sí, no hay que menospreciar.
La Smart Home u hogar conectado es el sueño de cualquier amante clásico de la domótica, y lograr tener una casa que podamos etiquetar como tal comienza a ser muy sencillo y económico. Las bombillas Phillips, los termostatos Netatmo o Nest y, sobre todo por precio, el equipamiento conectado de Xiaomi, que va desde purificadores hasta cámaras de seguridad, son grandes opciones para que no haya espacio que quede fuera de control. Fuera de lo convencional en España, aunque posibilitando mucha comodidad, encontramos cerraduras inteligentes sin llaves y dispositivos que riegan plantas automáticamente, para los olvidadizos.
Teniendo en cuenta que son dispositivos muy sensibles en cuanto a privacidad, en el hogar conectado siempre debe primar la seguridad. Hasta ahora, muchas cámaras de seguridad han llegado con usuarios y contraseñas para login genéricos y no cifrados, lo que significaba que incluso personas sin conocimientos de hacking podían rastrearlas y acceder fácilmente a las imágenes. Enrique Domínguez, director estratégico de InnoTec (grupo Entelgy) afirma que 2017 quedará marcado como el año en que la ciberseguridad se hizo mediática.
Uno de los ataques DDoS más famosos se ejecutó apuntando e infectando un ejército de dispositivos conectados como cámaras IP, cuyo tráfico fue dirigido masivamente, con extrema facilidad para los hackers, a Dyn, un famoso proveedor de DNS. Las consecuencias no fueron triviales: durante horas y horas se accedió muy lento o directamente hubo imposibilidad de conectar con servicios de la talla de Twitter, Netflix o Spotify. Y todo ello sin demasiado esfuerzo.
El ámbito doméstico es el que más revuelo genera en el Internet de las Cosas, pero son los procesos de digitalización y reconversión que se están dando en el seno de la empresa los que más facilitan muchas tareas a día de hoy. No todo tiene que ver con control inteligente de las horas de trabajo de los empleados o del análisis de tecnología presente en la industria hija de la cuarta revolución industrial o en edificios inteligentes en los que la eficiencia es el fin a lograr, sino que, como ya vimos con los chatbots, la solución a los problemas también puede venir de la mano del software.
El último gran aspecto del Internet de las Cosas son las ciudades conectadas. La seguridad, accesibilidad, eficiencia, sostenibilidad del transporte y la productividad son algunos de los aspectos cuya calidad debe garantizar una ciudad, y aunque aún queda para lograr un nivel similar al de la empresa o el hogar, ya se están sentando las bases para que el coche autónomo pueda discurrir por las calles sin accidentes y sin atascos gracias a una gestión mucho mejor de los semáforos, que a su vez será fruto de profundos análisis de comportamiento al volante que ciudades como Chicago ya están realizando tras haber instalado cámaras y sensores.
Entelgy y la transformación con Internet de las Cosas
La transformación digital es un principio primordial de la labor de Entelgy Digital, tal y como se puede observar en las soluciones de robotización y digitalización presentes en nuestro catálogo. Integrando en los negocios nuestras herramientas Alexandra o ViCA se puede lograr una interacción con el usuario muy fluida y directa, adaptada a lo que el mercado demanda hoy en día.
Nuestros partners también comparten misión, destacando la plataforma Android Things de Google, mediante la cual la compañía californiana ha sentado las bases para que los objetos del Internet de las Cosas en el hogar ofrezcan una experiencia tan buena como la que el usuario recibe hoy en los smartphones con Android, algo inimaginable 15 años atrás.